Cegados por su representación del americano medio, del hombre bueno con valores netamente norteamericanos adheridos a él, a veces olvidamos que el centenario James Stewart fue el actor que más obras maestras protagonizó. Nunca estudió interpretación pero llegó al Hollywood de los 30 e inmediatamente se convirtió en el actor favorito de Frank Capra, que supo ver en él la encarnación de los ideales que propugnaba el New Deal. El punto álgido de su colaboración fue ¡Qué bello es vivir! , esa fábula navideña reivindicada como punto de inflexión del cine americano. Cuando muchas estrellas perdían brillo, Hitchcock y Anthony Mann descubrieron a un Stewart más complejo y oscuro, ya fuese en el western o en maravillas del mago del suspense como La ventana indiscreta o Vértigo. John Ford lo devolvió al Far West en Dos cabalgan juntos o en la magistral El hombre que mató a Liberty Valance. Ni siquiera Billy Wilder se le resistió al ser dirigido por él en un biopic sobre el aviador Lindbergh. Mucho genio del séptimo arte para un actor que interpretó sin escuela alguna. Algunas de las ráfagas de su envidiable currículum estarán presentes en Canal de estreno de este domingo. Y es que ya nadie duda que Jimmy fue mucho más que un santo.
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