Lo saben bien aquellos que aman el cine. Para que una cinta no amarillee hace falta algo más que un buen revelado. Dos décadas después hemos comprobado, por ejemplo, que aquel divertimento alocado con el Pedro Almodóvar se convirtió en un icono del cine español se conserva tan fresco como cualquier estreno de la semana. La rabiosa modernidad de los decorados y el vestuario de Mujeres al borde de un ataque de nervios ha sido reemplazada hoy en día por otros gustos y otras tendencias, pero el nudo de la historia, esa filosofía que reduce la vida a puro teatro y el amor a desesperación, sigue inalterable. Parece extraño decirlo pero por estas Mujeres, como la de Jonhy Guitar o Breve encuentro, no ha pasado el tiempo. Así da gusto envejecer.
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